viernes, 1 de mayo de 2009

Reflexión Crónica II

Es indudable que el virus llegó para quedarse y tendremos que acostumbrarnos a vivir con él. No podemos vivir todo el tiempo ocultos en las catacumbas, tenemos que salir al aire libre, trabajar y sobre todo vivir. También, debemos dejar a un lado la paranoia, no podemos estar usando la máscara toda la vida. El fin del mundo, afortunadamente no llegó tan pronto. A pesar del calentamiento global, de la contaminación y de la depradación de la naturaleza, esto fue, un sustito. La vida es más fuerte de lo que creemos, y aunque nos empeñamos en destruirla, de entre la destrucción y la ascepcia resurge la yerba, de una semilla endeble se tiene un árbol vigoroso. Vida y Muerte forman parte de una dualidad que no se puede evitar. Nosotros seguimos aquí, somos afortunados, no sabemos por qué.
Miramos afuera el mundo a través de la ventana, los pajarillos son el preludio de una bella mañana, ellos no utilizan cubrebocas. Salgo a la azotea, boto el cubrebocas desde el quinto piso y lo veo caer lentamente movido por las corrientes de aire, el vacío es un mar de corrientes invisibles. El cubrebocas cae, por las mismas casualidades de la vida que podrían a uno tenerlo muerto o vivo, sobre los ojos de una señora, quien al descubrir el objeto en su cara, lo sacude con el mismo pavor, que si el mismo diablo la hubiera tentado. Alcanzo a esconderme, la señora alza la vista, buscando al "inconsciente" que le ha jugado la broma de mal gusto. Río, no se por qué, pero río. A veces, la risa es simple. Pienso, pobre señora, si yo tuviera la gripe porcina, ya estaría condenada.
Quizá hoy mi sentido del humor extraño, se deba a la mala noche de ayer, la cual no fue tan peor como las anteriores, pero tampoco tan mejor. El esposo de la vecina de enfrente, tosía y tosía. Su recamara es el cuarto contigüo a la nuestra. Para hacerse una mejor idea de cómo es esto, baste describir un poco donde habito. Vivo en el cuarto piso y último de un edificio de 52 años. En cada piso, hay dos departmentos, y uno accede por una escalera rectangular en medio del bloque de concreto que es el edificio. Una puerta queda enfrente de la otra en cada piso, salvo la nuestra que se localiza enfrente de un patiecito donde están los lavaderos y donde está la vivienda de la señora que se encarga de cobrar la renta. Pero, nuestros departamentos, como los de los demás pisos, aunque están separados de las puertas, tienen recamaras traseras contigüas, y si uno aguza el oído alcanza a escuchar lo que pasa del otro lado. Las paredes oyen.
El señor, es decir, el esposo de la señora, trabaja en Cancún, desconozco en qué, aunque seguramente en alguno de los múltiples empleos que se han generado en ese polo de "desarrollo" turístico que es Cancún. El señor llegó a principios de la semana, hace cuatro o cinco días, lo ví sólo el primer día cuando subí a regar mis plantas, estaba de espaldas, y no le di importancia al asunto. Después, oí algunos ruidos, reacomodos, cuando bajé, el señor ya no estaba en el patio.
No llevé tapabocas, pues no pensé que sería necesario llevarlo para subir a la azotea, abrí la puerta del patio común, donde todo mundo entra y toca, y me dio comenzón en la nariz, no pude evitarlo, me rasqué. Con esto de la gripe porcina, me he concientizado de ciertas actitudes que uno hace de manera automatizada, rascarse la nariz, tallarse los ojos, menearse los cabellos, etc. Así, que aunque sabía que había tocado lugares que todo mundo toca, no pude, en un instante, en una fracción de segundo, evitar rascarme la nariz. Me dio coraje, porque así eché al traste toda la precaución de días.
Esa noche supimos que el señor de enfrente tenía una gripe de esas, tosía y tosía hasta parecerse ahogar. También, supimos, aguzando el oido, que la hija y el hijo, en sus jóvenes veintitantos años, se habían ido. Sólo quedaron en la pequeña vivienda, el señor y la señora.
Al otro día, leía en el diario que a unos estudiantes en Nueva York, les habían diagnosticado influenza porcina, habían estado en Cancún.
Al enterarme, busqué febrilmente, casi porcinamente, algún indicio de influenza en Cancún. Ninguno. Seguramente, allá azota otra variedad del virus H1N1: La Fiebre Porcina Sólo para Turistas.
Mientras tanto, el señor, seguía tose y tose. Así, pasaron los días. Hasta hoy.
El señor ya se ve mejor, hoy vino su hijo mayor a visitarlo, platicaron largo rato, desayunaron juntos.
Mis plantas se secaron un poco. Con esto de la gripe porcina, me olvidé de ellas. Sin embargo, hoy las volví a regar y les instalé otra pantalla cubre sol. El cubrebocas que aventé quedó en la entrada de la panadería.

2 comentarios:

  1. El problema de la influenza es muy grve y sobre todo en México... Nosotras creemos que si hubo una epidemia muy grande pro también creemos que también hicieron mano negra porque iban a ser las elecciones...

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  2. fue muy dudosa la manera en la que el gobierno decidio informarnos ... eso hizo que la mayoria de la gente dudáramos sobre el problema, ese hermetizmo hizo que la gente creyera que era una tactica para distraer a las personas sobre las votaciones que se iban a llevar el dia 5 de julio.
    Solamente cremeos que la manera de anunciarlo no fue la correcta!

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